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Isaiah 1

:
Spanish - DHH1996
1 Profecías que Isaías, hijo de Amós, recibió por revelación acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Ozías, Jotam, Ahaz y Ezequías en Judá.
2 Cielo y tierra, escuchad lo que dice el Señor: “Crié hijos hasta que fueron grandes, pero ellos se rebelaron contra mí.
3 El buey conoce a su dueño y el asno el establo de su amo; pero Israel, mi propio pueblo, no conoce ni tiene entendimiento.”
4 ¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de maldad, descendencia de malhechores, hijos pervertidos! Se han alejado del Señor, se han apartado del Dios Santo de Israel, lo han abandonado.
5 Os empeñáis en ser rebeldes, y en vuestro cuerpo ya no hay donde castigaros. Tenéis herida toda la cabeza, habéis perdido las fuerzas por completo.
6 De la punta del pie a la cabeza no hay nada sano en vosotros; todo son heridas, golpes, llagas abiertas; nadie os las ha curado ni vendado, ni os ha calmado los dolores con aceite.
7 Vuestro país ha quedado hecho un desierto, y arden en llamas las ciudades. En vuestra propia cara los enemigos se comen lo que vosotros sembrasteis. Todo ha quedado hecho un desierto, como Sodoma cuando fue destruida.
8 Únicamente Sión ha quedado en pie, sola cual choza en medio de un viñedo, sola cual cobertizo en medio de un melonar, sola cual ciudad rodeada por el enemigo.
9 Si el Señor todopoderoso no hubiera dejado a unos cuantos de nosotros, ahora mismo estaríamos como Sodoma y Gomorra.
10 Jefes de Sodoma, escuchad la palabra del Señor; pueblo de Gomorra, oye atentamente lo que nuestro Dios te va a enseñar.
11 El Señor dice: “¿Para qué me traéis tantos sacrificios? Ya estoy harto de vuestros holocaustos de carneros y de la grasa de los terneros; me repugna la sangre de los toros, carneros y cabritos.
12 Venís a presentaros ante mí, pero ¿quién os pidió que pisotearais mis atrios?
13 No me traigáis más ofrendas sin valor; no soporto su humo. Llamáis al pueblo a celebrar la luna nueva y el sábado, pero yo no soporto las fiestas de gente que practica el mal.
14 Aborrezco vuestras fiestas de luna nueva y vuestras reuniones; ¡se me han vuelto tan molestas que ya no las aguanto!
15 Cuando levantáis las manos para orar, yo aparto mis ojos de vosotros; y aunque hacéis muchas oraciones, no las escucho. Tenéis las manos manchadas de sangre.
16 ¡Lavaos, limpiaos! ¡Apartad de mi vista vuestras maldades! ¡Dejad de hacer el mal!
17 ¡Aprended a hacer el bien, esforzaos en hacer lo que es justo, ayudad al oprimido, haced justicia al huérfano, defended los derechos de la viuda!”
18 El Señor dice: “Venid, vamos a discutir este asunto. Aunque vuestros pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana.
19 Si aceptáis ser obedientes, comeréis de lo mejor que produce la tierra;
20 pero si insistís en ser rebeldes, moriréis sin remedio en la guerra.” El Señor mismo lo ha dicho.
21 ¡Cómo has llegado, ciudad fiel, a ser lo mismo que una prostituta! Antes toda tu gente actuaba con justicia y vivía rectamente, pero ahora no hay más que asesinos.
22 Eras plata y te has convertido en basura, eras buen vino y te has vuelto agua.
23 Tus gobernantes son rebeldes y amigos de bandidos. Todos se dejan comprar con dinero y buscan que les hagan regalos. No hacen justicia al huérfano ni les importan los derechos de la viuda.
24 Por eso, el Señor todopoderoso, el Poderoso de Israel, afirma: “¡Basta! Yo ajustaré las cuentas a mis enemigos. Me vengaré de ellos.
25 Voy a levantar de nuevo mi mano contra ti y a quemar por completo tu basura; voy a limpiarte de toda tu impureza.
26 Haré que vuelvas a tener jueces como antes y consejeros como los del principio. Después que yo lo haya hecho, volverán a llamarte ‘Ciudad de justicia’, ‘Ciudad fiel’.
27 Con mi justicia y acción salvadora liberaré a los habitantes de Sión que se vuelvan a mí;
28 pero haré pedazos a los rebeldes y pecadores, y los que me abandonen morirán.
29 Entonces os avergonzaréis de esas encinas y jardines que tanto os gustan, donde dais culto a los ídolos.
30 Y seréis como encina de hojas marchitas; os semejaréis a un jardín sin agua.
31 El hombre fuerte se convertirá en paja, y sus obras en chispa: los dos arderán al mismo tiempo y no habrá quien los apague.”