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Psalms 104

:
Spanish - BTA1825
1 ¡Oh alma mía!, bendice al Señor. Señor Dios mío, te has engrandecido mucho y en gran manera. Te has revestido de gloria y de majestad;
2 cubierto estás de luz, como de un ropaje. Extendiste los cielos como un pabellón o cortina,
3 y cubriste de aguas la parte superior de ellos. haces de las nubes tu carroza; corres sobre las alas de los vientos.
4 Haces que tus ángeles sean veloces como los vientos, y tus ministros activos como fuego abrasador.
5 Cimentaste la tierra sobre sus propias bases; no se desnivelará jamás.
6 Se hallaba cubierta como de una capa de inmensas aguas; sobrepujaban éstas los montes.
7 A tu amenaza echaron a huir, amedrentadas del estampido de tu trueno.
8 Se alzan como montes, y se abajan como valles, en el lugar que les estableciste.
9 Le fijaste un término, que no traspasarán, no volverán ellas a cubrir la tierra.
10 haces brotar las fuentes en los valles, y que filtren las aguas por en medio de los montes.
11 Con eso beberán todas las bestias del campo; a ellas correrán, acosados de la sed, los asnos monteses.
12 Junto a ellos habitarán las aves del cielo, desde entre las peñas harán sentir sus gorjeos.
13 riegas los montes con las aguas que envías de lo alto; colmas la tierra de frutos que haces nacer.
14 produces el heno para las bestias, y la hierba que da grano para el servicio de los hombres, a fin de hacer salir pan del seno de la tierra,
15 y el vino que recrea el corazón del hombre; de modo que, ungiéndose o perfumándose, presente alegre su rostro, y con el pan corrobore sus fuerzas.
16 Se llenarán de jugo los árboles del campo y los cedros del Líbano, que él plantó.
17 Allí harán las aves sus nidos; a las cuales servirán de guía la casa o nido de la cigüeña.
18 Los altos montes, sirven de asilo a los ciervos; los peñascos de madriguera a los erizos.
19 El Señor creó la luna para regla de los tiempos. El sol observa puntualmente su ocaso.
20 ordenaste las tinieblas, y quedó hecha la noche: en ella transitará toda fiera del bosque.
21 Rugen en busca de presa los cachorros de los leones, y claman a Dios por el alimento.
22 Mas así que el sol apunta, se retiran, todos en tropel, y van a meterse en sus guaridas.
23 Sale entonces el hombre a su ocupación y a su trabajo hasta la noche.
24 ¡Oh Señor, y cuán grandiosas son todas tus obras! Todo lo has hecho sabiamente; llena está la tierra de tus riquezas.
25 Tuyo es este mar tan grande y de tan anchurosos senos; en él peces sin cuento, animales pequeños y grandes.
26 Por él transitan las naves. Ese dragón o monstruo que formaste, para que retozara entre sus olas;
27 todos los animales esperan de ti que les des a su tiempo el alimento.
28 se lo das, y acuden ellos a recogerle; abriendo la mano, todos se hartarán de bienes.
29 Mas si apartaras tu rostro, se turbarían; les quitas el espíritu, dejan de ser, y vuelven a parar en el polvo de que salieron.
30 Enviarás tu espíritu, y serán creados, y renovarás la faz de la tierra.
31 Sea para siempre celebrada la gloria del Señor. Se complacerá el Señor en sus criaturas;
32 aquel Señor que hace estremecer la tierra con sola una mirada; y que si toca los montes, humean.
33 Yo cantaré toda mi vida las alabanzas del Señor; entonaré himnos a mi Dios mientras yo viviere.
34 Que le sean gratas mis palabras; en cuanto a mí, todas mis delicias las tengo en el Señor.
35 Desaparezcan de la tierra los pecadores y los inicuos; de suerte que no quede ninguno. Tú, ¡oh alma mía!, bendice al Señor.