Proverbs 30
1 Palabras o sentencias de aquel que congrega, hijo del afluente en sabiduría. Revelación que expuso un varón con quien está Dios, y el cual habiendo sido confortado por Dios que mora en él, habló de esta manera:
2 Yo soy el más ignorante de los hombres, ni tengo sabiduría humana.
3 No he aprendido la sabiduría, ni he entendido por mí mismo la ciencia de los santos.
4 ¿Quién ha subido al cielo y ha bajado de allá, para poder hablar sabiamente? ¿Quién sujetó el viento con sus manos? ¿Quién envolvió en densas nubes las aguas como en un envoltorio? ¿Quién ha dado esta habilidad a todas las partes de la tierra? ¿Cuál es el nombre de quien lo hizo?, ¿y qué nombre tiene su hijo? Dilo tú, si es que lo sabes.
5 Toda palabra de Dios está como acrisolada al fuego; es un escudo para los que en él confían.
6 No añadas una tilde a sus palabras; de lo contrario serás contradecido y convencido de falsario.
7 Dos cosas te he pedido, ¡oh Señor!, no me las niegues en lo que me resta de vida:
8 Aleja de mí la vanidad y las palabras mentirosas. No me des ni mendiguez ni riquezas; dame solamente lo necesario para vivir,
9 no sea que viéndome sobrado, me vea tentado a renegar de ti; y diga lleno de arrogancia: ¿Quién es el Señor? O bien que, acosado de la necesidad, me ponga a robar, y a perjurar el Nombre de mi Dios.
10 No acuses ligeramente al siervo ante su amo; no sea que se maldiga, y tú te pierdas.
11 Hay una casta de gente que maldice a su padre, y también a su madre, en vez de bendecirla.
12 Otra casta de gente que se tiene por pura, y por lo mismo no se ha lavado de sus manchas.
13 Otra casta hay de gente que tiene siempre altivos sus ojos, y erguidos y levantados sus párpados.
14 Otra casta de hombres que tienen unos dientes como cuchillos, y despedazan con sus quijadas, y se tragan los desvalidos de la tierra, y los pobres de entre los hombres.
15 La sanguijuela de la concupiscencia tiene dos hijas, las cuales están diciendo siempre: Dame, dame. Tres cosas hay insaciables, o más bien cuatro, que jamás dicen ya basta:
16 El infierno, la matriz de la estéril, y la tierra que nunca se sacia de agua; además el fuego, el cual nunca dice: basta.
17 A quien hace mofa de su propio padre, y desprecia los dolores que al tenerlo padeció su madre, que le saquen los ojos los cuervos que viven a lo largo de los torrentes, y que se los coman los aguiluchos.
18 Tres cosas son difíciles de entender, o más bien cuatro; las cuales ignoro totalmente:
19 El rastro del águila en la atmósfera, el rastro de la culebra sobre la peña, el rastro de la nave en alta mar, y el proceder del hombre en la mocedad.
20 Tal es también el camino de la mujer adúltera; la cual después de haber comido, limpiándose la boca, dice con descaro: Yo no he cometido mal ninguno.
21 Por tres cosas se perturba la tierra, o más bien por cuatro; las cuales ella no puede sufrir:
22 por un esclavo que llega a reinar; por un tonto harto de comida;
23 por una mujer que se casa con el que la aborrece, y por la esclava que es heredera de su ama.
24 Cuatro cosas hay de las más pequeñas o ruines sobre la tierra; las cuales superan en saber a los sabios:
25 las hormigas, ese pueblo debilísimo, el cual al tiempo de las mieses se provee de víveres;
26 los conejos, tímidos animales que colocan su madriguera entre las peñas;
27 las langostas, que sin tener rey, se mueven todas ordenadas en escuadrones;
28 el estelión, que trepa con sus pies, y se aposenta en los mismos palacios de los reyes.
29 Tres cosas hay que andan con mucho garbo, o más bien cuatro; las cuales marchan con gran gallardía:
30 El león, que como el más fuerte de todos los animales, no teme el encuentro de nadie;
31 el gallo, que anda erguido; el carnero padre, que va al frente del rebaño; y el rey, con quien nadie puede medir sus fuerzas.
32 Hay quien pasaba por sabio, que descubrió ser un insensato, luego de elevado a un alto puesto; si hubiese tenido entendimiento no hubiera desplegado sus labios para pedir tal destino.
33 Quien exprime o bate fuertemente la ubre para sacar leche, hace salir de ella un jugo espeso; y quien se suena con vehemencia saca sangre; así aquel que provoca la cólera enciende discordias.